capítulo 4
páginas en blanco





    Intentaba leer su libro sin poder pasar del primer renglón, a veces pensando que quizás el alcohol en su sangre o que la adicción a las redes sociales le dificultaban la labor de concentrarse.

Sin embargo lo que lo hacía bajar su libro eran las repentinas imagenes que le aparecían en su mente. Aquellos destellos como fragmentos de una pelicula que le hacían revivir aquel encuentro que no tuvo desenlace. Esos destellos que venían acompañados de látigazos de nostalgia por ese momento tan breve que solo quedaba en su memoria la cual deseaba borrar y a la vez inmortalizar, generandole un dolor insoportable.

Las imágenes del brillo de su cuerpo a la luz de la farola en la profundidad abismal de la noche. Ese brillo tenue pero poderoso que marcaba el contorno de su cuerpo y sus pechos desnudos. El mismo brillo que reflejaban esos labios que fueron suyos por esa única noche.

No hay peor sentimiento que extrañar el deseo y conservar la nostalgia de lo que pudo ser pero que nunca fue.

Y recordaba el brillo del contorno de su cuerpo desnudo al salir del baño donde hace unos momentos habiá entrada con ropa.

Y recordaba su llanto y la calidez de sus lagrimas en su pecho. Lagrimas ocasionadas por la angustia de anhelar estar con otra persona. Un llanto desesperado lleno de confusión y sentimientos encontrados.




 Casi con resignación absoluta a tener que salir de ese lugar mágico que encerraban las cuatro paredes de su cuarto y abandonar la escena cuyo guión parecía no tener otro desenlace que mirarse como se cubrían sus cuerpos con la ropa tirada en el piso del cuarto, ella te besa y se sumerge en un mar de olvido lejos del puerto del pasado.

Y navegó por esas aguas del presente y del momento y se dejó llevar arrastrandose hacia nuevos mares en busca de territorios imaginarios y se perdieron en la gran tormenta de su deseo.

Y así, con solo la luz de la farola que penetraba por la gran ventana, unieron sus cuerpos en ese breve espacio-tiempo y se observaron tan cerca pero a la vez tan tenue como lo era su futuro juntos.  Ese breve momento, conforme pasaban los segundos, se iba convirtiendo solo en fotografías en el album de las nostalgias.

Al colocar la última fotografía de ese encuentro, en ese gran album de los recuerdos y dar la vuelta a la página, encontrabas espacios en blanco.

Y así entendías que eran espacios para ser llenados con nuevas fotografías, siempre encontrando más y más paginas en blanco.